El viaje de retorno

El viaje de retorno

Es momento de emprender el viaje de retorno a casa, aunque el viaje solo se realiza en nuestra imaginación, considero que la humanidad y quien escribe particularmente ya es hora de regresar.

¿Cómo es que nos separamos de algo de lo que no nos podemos separar?

¿Podemos emprender un viaje de retorno, si en definitiva solo es nuestra imaginación la que se fue?

Debemos dejar de crear ilusiones y castillos en el aire para volver y vivir una vida plena y llena de felicidad.

¿Qué nos sacó de nuestra casa?

El pecado es lo que hace que el cuerpo tenga importancia, es la desviación del pensamiento en todo lo que está relacionado con el cuerpo y sus sentidos.

La creencia en el pecado es el pensamiento que creo al cuerpo con sus ojos, oídos, nariz, etc.

Los sentidos solo nos alejan de la verdad, es no saber, no saber por el hecho que lo que creo que “sé”, no es lo verdadero. No sé, por qué en cada situación ratifico los sentidos vinculados con el cuerpo, que nacieron a partir de la misma creencia que está separada de Dios o la Fuente.

Es no saber porque la verdad se compone de conocimiento y nada más.

El cuerpo en definitiva es el instrumento por el que la mente, que fue quien lo creó, es el comprobante que ratifica las ilusiones, sin él no tendría ningún propósito, sin la creencia de su necesidad no tiene propósito alguno.

A través del cuerpo se ratifican las ilusiones, externas al cuerpo, su dependencia en ello y su lucha por un objeto que está afuera.

Tiene por objetivo la verdad, pero también tiene por objetivo las mentiras y como herramienta de búsqueda tiene a los sentidos.

Los falsos pensamientos

Creyendo sólo en el pecado encontramos las ilusiones que proceden de pensamientos falsos y son la prueba de que lo que no es real lo es, de que el hijo de Dios es diferente a su fuente y que lo que es eterno tiene un final con la muerte.

Cuando creemos que somos seres espirituales en un cuerpo, nos acerca a la verdad, pero el miedo a la muerte o la creencia en ello, nos aleja de lo que verdaderamente somos.

Somos seres eternos, que vivimos una experiencia corpórea, pero dentro de la eternidad, esta experiencia física es apenas un ínfimo punto, más que un punto (el cual se vería de manera lineal y además formaría parte de la esencia de lo que somos) esta experiencia física es un paréntesis “apartado” de lo eterno.

Es por ello que debemos retornar a nuestro hogar, de donde salimos por pensamientos separados de la Fuente.

¿Cómo cerramos el círculo de la creencia biológica dentro de una visión espiritual eterna?

Mientras continuemos creyendo en el cuerpo, estaremos ratificando las ilusiones.

Eternidad                                        Eternidad                                      Eternidad

(Cuerpo Físico)

Sentidos – Muerte – Objetivos

El cuerpo físico implica un objetivo diferente, un objetivo separado de la Fuente, no desea volver a casa para su compleción. Busca en las ilusiones algo que lo diferencie de los demás.

Todos los seres somos iguales, con un mismo objetivo de unión y de amor, porque provenimos del mismo lugar, de la Fuente y como parte de ello no podemos, por naturaleza, ser diferentes ni tener carencias.

El manzano da manzanas, la “fuente” de donde proviene la manzana es el manzano, en consecuencia el manzano dará lo que su esencia es, manzanas y la manzana es parte de ese manzano.

Puedo creer que soy una pera, pero mi esencia sabe que soy una manzana.

La carencia

La falta de algo o la carencia son ilusiones que nacen desde el pensamiento separado de Dios y eso es lo que las creó.

Para defender los pensamientos sólo me basta con creer en ellos. Dicha creencia es la que alberga las ilusiones que ratifican el pecado.

Vivir bajo esta perspectiva nos lleva cada vez más dentro de un sueño más aterrador y en cuanto se acerca algo que lo puede o quiere modificar, nuestras defensas saltan en busca de una ratificación de nuestra creencia o buscan a través de los sentidos la consolidación del pensamiento ilusorio, que hasta que lo encontramos nos hace sentirnos culpable, pecaminosos, tristes y emocionalmente afectados porque no podemos ante esa experiencia ratificar la creencia inicial que teníamos.

Esto nos conduce a una experiencia física de tristeza, porque el exterior se enfrenta a las creencias arraigadas y no se adaptan, mucho más si conservamos creencias heredadas de nuestros ancestros.

El punto de encuentro

Es el punto de encuentro de dos creencias que no pueden convivir. Es la experiencia de la separación, donde yo soy diferente a mi hermano y con objetivos diferentes, sólo tengo en cuenta mi experiencia física, sin considerar mi procedencia espiritual, a la cual hago referencia “sólo” cuando digo que soy un ser espiritual viviendo una experiencia física.

A través de la comprensión de esa procedencia de donde entendemos que todos somos parte de la fuente, por lo tanto todos somos iguales, todos somos uno y todos somos parte de la Fuente de donde provenimos, siendo imposible ser diferentes.

Es como la gota del océano, cuando agarro una gota tengo una parte del todo, pero no es el océano, es una parte del todo y sigue siendo como él.

El océano no deja de ser océano por más que yo agarre esa gota. Está ahí, sigue siendo igual que siempre, esperando a que la gota vuelva a su fuente.

La diferencia que existe entre la gota y el ser humano radica en que la gota es permeable, se transforma y confía que por medio de su adaptabilidad volverá a su fuente.

¿Cómo vuelve?

La gota permite que su entorno modifique su estado, se evapora, se desplaza o endurece. Cuando se evapora vuelve a su fuente por medio de la lluvia, como líquido se desplaza entre las piedras o penetra en la tierra, para luego emerger y correr por el rio hasta llegar a su destino.

Se adapta al medio para comenzar el viaje de retorno y volver a su fuente. Esa es la gran diferencia.

La vuelta a casa está garantizada, tarde o temprano volvemos, este tiempo es sólo una percepción de nuestro sistema de pensamientos, sólo depende de cuan dispuesto estemos a transformarnos en el medio que experimentamos, a cuanto de capaces somos de “evaporarnos” para emprender el camino de regreso a casa.

El viaje de retorno ya comenzó, se feliz mientras viajas.