Hasta donde llega el ego

Hasta donde llega el ego

Hasta donde llega el ego

¿Cómo saber hasta dónde llega el ego  de alguien? Siempre decimos que el otro tiene un ego muy grande, más grande que una casa. Pero, ¿realmente esto es así?

Podemos comenzar diciendo que todos somos personas egoístas, por el simple hecho de estar en un cuerpo en el que venimos a reparar creencias dualistas, que debemos trascender.

La experiencia corporal es un medio para avanzar en nuestro camino espiritual y retornar a lo que realmente somos.

Nuestra vida es una experiencia para poder trascenderla. Una vez que alcanzamos el estado de amor, sin miedos, rencores, ni juicios (principal herramienta del ego) somos capaces de comprender al ego desde otra perspectiva, y así dejamos de darle importancia que tenía.

Cambiamos nuestra manera de ver las cosas y con ello las cosas cambian.

En definitiva, los trascendemos, porque ya comprendemos que no nos lleva por el mejor camino, que no es útil, por ello dejamos de prestarle atención y dejamos de actuar bajo sus preconceptos estructurados y sistemáticos para comenzar a actuar desde el corazón en unión con la Fuente.

Actúo como extensión de la información que llega de más allá de nuestras viejas y rígidas creencias a las que estábamos acostumbrados.

Por ello, al mirar en otra dirección, el ego poco a poco va desvaneciéndose de nuestras vidas hasta que desaparece completamente, momento en que lo trascendemos.

Desaparece del nuevo sistema de creencias, no desaparece nunca completamente mientras haya alguien que crea en el tiempo y en el espacio, con sólo uno de nuestros hermanos continúe creyendo en el cuerpo, el ego continuará existiendo.

¿Cuál es la medida del ego?

Como ya se ha explicado, el ego perdurará mientras se crea en él. Al comenzar a prestar atención a su opuesto, el ego comienza a desaparecer, al igual que desapareció el opuesto por prestar atención al ego.

Por lo tanto, el ego no es medible, pero si podemos estar más al servicio de su sistema de pensamiento sin ser permeables a diferentes o nuevas creencias.

La persona que está completamente dominada por su estructura de pensamiento forjada de su experiencia y/o heredada es quien vive su experiencia de una forma más egoica.

Suele confundirse a la persona que tiene mucho ego con una persona que choca con la mayoría de las creencias sociales o también aquella que se cree imprescindible, en las creencias generalizadas y que sólo él puede ser lo que cree que es.

El ego de por sí es una ilusión, no es nuestra naturaleza. Por lo tanto, nace de una creencia que no es nuestra. La fuimos aprendiendo a través de la experiencia de vida y otras las heredamos de nuestros antepasados. 

Se arraigó en nuestra mente sólo por el hecho que creímos que era real.

Lo eterno

Lo real es inmutable y eterno. Cualquier cosa que no cumpla esto, no es real.

Sólo lo real no puede ser cambiado ni alterado y perdura en la eternidad. Aquello que no cumple estas premisas es ilusorio.

La creencia gradual en el ego, ha ido inclinando la balanza del pensamiento hacia ello, alejando el otro extremo que es nuestra naturaleza.

Entonces, ¿Hasta dónde llega el ego? El ego llegará hasta donde nosotros le permitamos.

Esta separación nos alejó del pensamiento de la Fuente, momento en que comenzamos a dar valor a los pensamientos propios.

Un pensamiento que está separado de la Fuente, de lo eterno e inalterable, no puede sino crear cosas perecederas y alterables, solo crea ilusiones.

La separación con la Fuente es directamente proporcional al arraigo que tengo a mis creencias. 

Cuanto más creo en un mundo material y temporal, más alejado estaré de la Fuente. Es el todo, una inagotable fuente de abundancia. Su opuesto, en consecuencia, es la nada con su estado de carencia.

La visión invertida

En cuanto leemos una perspectiva así, pasa por nuestra mente que es una opinión que puede ser invertida, con lo cual la realidad desde esa perspectiva es al revés.

En primera instancia el que duda siempre es el ego.

Un pensamiento alineado con la fuente no duda, ES.

Vivir la experiencia de recibir una información de quien o de donde sea y te resulta que es exactamente así, es la corroboración que tu mente se está transformando, permitiendo entrar nuevos pensamientos y modificar tus creencias.

Cuanto más crea en algo mayor será la separación, pero esto también puede confundirse con el choque de creencias.

Cuando dos creencias chocan, ambas separadas de la Fuente e inmersas en un mundo material y temporal, cada una segura de estar en lo correcto, pone en juicio las creencias del otro, juzgando a través de la negación la veracidad de la otra creencia.

Esto no es más ni menos que un juego de egos o creencias, en la que cada uno intenta provocar la destrucción de la creencia del otro por la propia.

Esto es lo que le encanta al ego, el hecho querer tener razón en cualquier circunstancia ayuda a mantener al ego vivo y mantener intacto su estructura de pensamiento, sin dar posibilidad o cabida a otras creencias, luchando siempre por tener razón.

Siempre complicando las situaciones por el simple hecho de mantener su sistema de pensamientos y creencias que nos llevaron a la situación actual.

Resistencia

La resistencia tiene un final, está garantizado, por tu naturaleza por lo que realmente eres. Es una lucha personal contra la nada y la sensación de carencia permanente que mantiene nuestro sistema de pensamiento.

Por el simple hecho de ser lo que somos y de donde provenimos nuestro regreso está garantizado, tarde o temprano volveremos a nuestra Fuente, es solo cuestión de tiempo, que puede acortarse proporcionalmente a nuestra intención de regresar a casa.